¿Para qué defendemos?

Un artículo de Roberto Rajó ‘Robez’ @robez_ publicado en su Blog, donde puedes encontrar otros artículos muy interesantes para padres y madres, aficionados y sobre todo para entrenadores de formación

¿Para qué defendemos?

Dice José Luis Alderete que el primer y único objetivo defensivo que debe tener un mini es recuperar el balón lo antes posible, no importa quien ni como, y que es un trabajo de todo el equipo. Me parece una manera fantástica de conectar a los más pequeños con la idea de defensa con un objetivo claro y directo.

Si probamos a hacer la pregunta que encabeza este artículo entre nuestros pequeños jugadores y jugadoras, ¿para qué defendemos?, recibiremos una batería de respuestas que van desde la lógica aplastante a la fantasía más absoluta, según van recibiendo una respuesta negativa por nuestra parte.

Las más comunes suelen ser:

  • Para que no nos metan canasta
  • Para robar la pelota
  • Para que la atacante no pueda ir al aro

Mi respuesta es N0. Y entonces es cuando empiezan a mirarte y van poniendo cara de ‘este tío nos está vacilando’.

Es una pregunta de respuesta sencilla si apelamos a una lógica simple, pero que no es tan evidente si se profundiza un poco más en la filosofía y objetivos de la defensa.

Entonces ¿para qué defendemos?

Si hacemos que la respuesta sea más compleja le daremos al trabajo defensivo en primeras etapas de formación un objetivo más continuo, más intenso, incluso más divertido en esencia para el jugador.

Aquí está mi respuesta: defendemos para que el ataque cometa un error.

Ahora llegan las caras de mis pequeñas de ‘creo que lo entiendo, pero no mucho’. Vamos a desarrollarlo un poco.

Defensivamente nos gustan los equipos activos, particularmente me encanta la actividad de manos e intento inculcarla a mis jugadoras desde que empezamos a aprender a defender. ¿Qué nos cuestan algunas faltas? No me importa. Asumo que a edades tan tempranas la precisión en el movimiento de las manos es limitada, entender las distancias adecuadas en cada momento es difícil y el ímpetu es mucho.

Después de muchos años, la argumentación que mejor me ha funcionado, porque la entienden muy bien, es esta:
Defendemos para que el ataque cometa un error, esto es; bote mal y pierda el balón, ‘mate’ el bote y se la robemos, haga pasos y recuperemos la posesión, la pase mal y cortemos ese pase, tire forzado y podamos rebotear… (y como estos cualquier ejemplo que se nos ocurra).

¿Qué tenemos que hacer para que esto ocurra? Que el ataque esté incómodo.

Crear incomodidad

  • Entonces escenifico un ejemplo muy gráfico.
    Le doy el balón a una de las jugadoras, me coloco a un metro y medio e inicio esta secuencia:
  • Bótala. ¿Estás cómoda
  • ¿Puedes botar al ritmo que quieres? ¿Puedes moverte hacia donde quieras? ¿Puedes ver a tus compañeras moverse? ¿Crees que podrías pasarles con facilidad?

Seguidamente me coloco a menos de un metro y uso las manos para buscar el balón. La reacción es botar atrás en bote de escape, cuando hace esto sigo apretándola, la jugadora solo puede centrarse en escapar de mi y no perder el balón. A veces se la bota en un pie, a veces se le escapa, a veces ‘matan’ el bote y se la quito.

  • ¿Estabas cómoda
  • ¡Nooo!
  • ¿Podías botar como tú querías? ¿Podías fijarte en donde estaban tus compañeras? ¿Podrías, si quisieras, pasarles el balón con facilidad?
  • No

El ejemplo es tan gráfico que entienden perfectamente el concepto ‘que la atacante cometa un error‘. Quitarle físicamente el balón al ataque no es fácil, de hecho según pasan las categorías es más difícil. Que con una mala ejecución o una mala decisión la jugadora con balón cometa un error o un fallo, y propicie que podamos recuperar el balón, sí es más factible. Para ello tenemos que hacer que la jugadora atacante esté incómoda.

Claro que este es un trabajo físico mucho mayor que esperar, es atacar desde la defensa.
Provoco el error, no lo espero. Como dice Juanjo Nieto: se trata de iniciativa, de quién manda en cada 1c1.

Ahora viene nuestro trabajo de crear escenarios en juego con oposición donde fomentemos y arenguemos esta dinámica y, casi más importante, la celebremos casi como un gol cada vez que un esfuerzo se transforme en una recuperación de balón. Las niñas acaban entendiendo que es importante y le toman el gusto a defender el 1c1, casi tanto como a anotar una canasta. Si celebramos públicamente una buena defensa de una de nuestras jugadoras y lo hacemos visible para el grupo, todas querrán su trozo de felicitación. El cerebro a estas edades es muy moldeable, al jugador le parecerá importante aquello que a nosotros nos parezca importante y demostremos explícitamente que lo es.

Me gusta ponerlas en situaciones de defensa pura, tratando de hacerlo divertido, les enseño a entregar el balón desde la defensa para un 1c1 y a las décimas de dárselo al ataque palmearlo de abajo a arriba intentando quitárselo. Acompaño a la defensa muy cerca, corriendo con ella, aplaudiendo, gritando, apoyando y celebrando cuando conseguimos alguno de los objetivos que comentábamos antes. Hago ejercicios de lectura del bote estático, primero con ritmo constante, después variable, donde la defensa solo tiene una oportunidad para lanzarse a por el balón y robarlo.

Otro detalle que complementa esta agresividad es combatir el habitual gesto defensivo cuando a la jugadora con balón se le escapa este unos metros y da la espalda a la defensa para recuperarlo: la defensa se levanta y descansa. Tenemos que ser muy insistentes en esto, en el momento que la defensa no puede vernos tengo que ir a buscar el balón como un tiburón a su presa. Al contrario de descansar, me vuelvo aún más agresiva.

Si fomentamos esta agresividad en edades tempranas, en la psique de la jugadora será la única forma lógica de defender desde el principio. Después, en etapas futuras, más tácticas, podremos dirigir y modular la agresividad individual que necesitamos en cada momento. Al contrario es muchísimo más difícil. Una jugadora acostumbrada desde pequeña a esperar, difícilmente conseguirá mantener el esfuerzo de atacar desde la defensa y no poseerá la capacidad de lectura del bote y apoyos del rival.

Los extras

Todo este trabajo tiene, además, otros beneficios inherentes.

Si mi defensa es agresiva, gracias a esa mayor oposición, con el paso de las sesiones mis jugadoras se hacen mejores manejadoras de balón, aprenden antes a botar sin mirar abajo, son mejores pasadoras bajo presión física, mejores finalizadoras en contacto, leen mejor lo que está ocurriendo, trabajan mejor los cambios, los stop&go, en definitiva, necesitan poner en funcionamiento todas las herramientas de técnica individual que trabajamos sin oposición. Una cosa retroalimenta a la otra y hay un aprendizaje vicario del fundamento complementario.

Otro extra. Ya que en etapas tan iniciales no hacemos trabajo físico específico, esto les ayuda a mejorar en  el mantenimiento del esfuerzo, a ser más resistentes, a ganar psicomotricidad y mejorar los apoyos de manera natural.

Y, si queremos ir aún más allá en los beneficios que supone toda esta filosofía defensiva, podemos concluir  que psicológicamente las ayuda a endurecerse, a ser agresivas en el juego y resistir la presión cuando las rivales son agresivas con ellas, porque ya están acostumbradas. Yo las animo además a picarse sanamente entre ellas.

Probad en el próximo entrenamiento a preguntarles ¿para qué defendemos? A ver que pasa.