Lo que cualquier padre desea o debería desear de un hijo es poderle ofrecer una educación sana y constructiva; el deporte ofrece este tipo de educación, pero sería una estrategia errónea optar por una educación deportiva obligada. El hijo debe tener el derecho a optar por la no participación en el deporte. Eso sí, alentar (sin chantajes ni intimidaciones) es la estrategia más efectiva.